En la Antigüedad con mayúsculas paganos eran quienes no aceptaban las enseñanzas se las Santa Madre Iglesia, y cristianos, pues eso, los cristianos. Hoy día los paganos son los accionistas forzosos del Estado del Bienestar, es decir, aquellos a los que Leviatán detrae una parte considerable de lo ganado con el sudor de su frente para invertirlo en las francachelas, parrandas, corruptelas y ocurrencias del Gobierno de turno. Y no solo eso si no que además de haber pagado “religiosamente” sus hipotecas, sus créditos, sus deudas y que como Juan Soldado, “ni temen ni deben” ahora ven cómo aquellos que se han dedicado a tirar cohetes en la fiesta del derroche que ha arrasado este páis , alentados por el todo vale, el gratis total y el compre hoy y pague mañana, con o sin ideología, con o sin formación, con o sin escrúpulos, se han vuelto seguidores de un cristianismo muy especial, de aquel que une a todos en el grito de : aquí no paga ni cristo.
Pues sí señores, señoras y señoros, ahora resulta que se han sacado de la manga la dación en pago para quien no queriendo o no pudiendo pagar, para quien no queriendo o no pudiendo prever lo que ocurriría, para quien renunció a la cultura del ahorro y del esfuerzo, entregue ahora los restos del naufragio a cambio de poder hacerse una chabola con ellos. Mal empezamos otra vez. Ya sé que soy un retrógrado y un fascista cavernario por decir lo que he dicho y voy a decir a renglón seguido, así que lo descuento ya para los bienpensantes y buenistas a la violeta, y sigo.
A parte de ser un país de gilipollas, somos un país de gilipollas incumplidores. Vamos a ver el razonamiento social/destructivo que lleva a tan escatológica conclusión. Yo pobre inculto y zafio españolito (sea de la zona que sea de esta piel de toro) y que soy todo eso y más, no por tradición o falta de medios para dejar de serlo (nunca ha visto racismo ni violencia de género o génera en una biblioteca o a la puerta de una iglesia) si no porque no me da la gana dejar se serlo, porque hacemos de la ignorancia , la ramplonería y la vagancia señas de identidad patria. Pues bien, como yo no soy menos que nadie porque lo dice la Consti y los sociatas bien remunerados y tengo los mismos derechos a tirar el dinero que los ricos ( me refiero a los ricos malos que llevan chistera y explotan al obrero desde sus abyectas empresas y no a los ricos buenos que como Felipe González fuma habanos socialistas en un yate, porque él lo vale, osea ), me compro coche, casa, piso y vacaciones con paella de chiringuto incluida y si no tengo para pagarlo, lo robo (defraudar a Hacienda es robar ,no se olvide) o lo tomo prestado que con un firma te sueltan los talegos y una tarjeta de plástico para fundirlos.
Pero, ¡oh tempora, oh mores! , los cuartos hay que devolverlos. Como ahora las cosas no vienen de cara y yo sigo siendo un pobre (gilipollas, pero pobre) jugando a rico y me toca pagar la fiesta, pues va a ser que no. Y es que no porque la culpa es de quien no debió prestarme, de quien no debió venderme, de mi suegra que quería el pisito en la playa, de mi mujer que le gusta fardar en la pelu, y del Estado por haber consentido que yo no pueda llegar a ser rico como los sindicalistas de consejo de administración. Ergo que pague Rita la cantaora.
Y eso se lo estamos transmitiendo a la generación siguiente: hijo no pagues nunca, que alguien lo hará por ti, pero quéjate porque el que no llora no mama.
La riqueza parte del crédito como premisa básica, de la confianza en la palabra del otro, de que va a cumplir lo que dice y a cambio ya haré lo mismo y de esa confianza ganamos los dos. Es la esencia del comercio y la prosperidad. Pacta sunt servanda decían los romanos. Y una mierda dicen los españolitos.
Si perdonamos las deudas, condonamos los créditos y desistimos de nuestras obligaciones y pensamos que con ello está todo resuelto estamos metiéndonos en un atolladero mayor del que queremos salir, porque estamos diciendo a los demás que no somos dignos de confianza ni de crédito y que si nos vuelven a prestar ambas cosas no garantizamos nada de nada. Las casas, los coches, las tetas y los morros siliconados y toda la chatarra tecnológica que hemos comprado sin pagarla en estos diez años hay que pagarla, para comprender dos cosas, uno que la felicidad no consiste en lo material si no en la satisfacción de esforzarte por conseguirlo. Y dos, que si no puedes cumplir, debes arrostrar las consecuencias de ello para aprender la lección , volverte a levantar con la lección aprendida y volver a generar riqueza, la riqueza que da progreso y no vanas ilusiones, la riqueza que da bienestar a la siguiente generación y no deudas y desconcierto, la riqueza que se asienta en la confianza y en la fe de que es para mejor, la riqueza que da el pensar que no vale todo, que hay que devolver lo que no es nuestro, y que hay que exigir a los demás que hagan lo mismo.
Todo lo demás son cuentos.
P.d. para víctimas de la E.S.O., condonar es perdonar una deuda y no lo que estabais pensando.
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