AITANA NOS REDIME

A estas alturas de la fiesta, cautivo y desarmado el ejército rojo, nos damos cuenta, como diría G. Marx, que partiendo de la nada progresista hemos conseguido alcanzar las más altas cotas de la miseria socialista, económica, social y moral, mientras que este sucedáneo de Jimmy Hoffa transformado en oso ugetista da zarpazos al aire intentando que el tinglado no se le caiga encima. Resulta que el Estado del Bienestar y sus cacareados derechos era un decorado de cartoné a lo spaghetti-güester almeriense, que el milagro económico español era solo eso, un milagro abastecido por las arcas europeas, pero los milagros con serlo no son eternos y si existen, han de pillarte trabajando, ahí es ná, que te pillen trabajando en el país de Alí-Babá, el reino de los pícaros, el oasis de los sinvergüenzas redomados, de los ERES que ERES, el muladar de los pensionados, el “ballhalla” de los subvencionados, el cielo de los gandules, el imperio de los indocumentados, el averno de los ilustrados, el coto de caza los plumillas, pastizal de los insidiosos, taifas de los politicastros, amantes impenitentes de Fernando VII, ejército de los envidiosos, contubernio de pagafantas, escarnio de la inteligencia, hig-parade de los inútiles, gloria de los analfabetos, paradigma de los imbéciles, caladero de la insensatez y universo de gilipollas (a cada letanía, añadid “ora pro nobis” y os sale el rosario al ibérico modo), pues bien, entre tanto espécimen resulta que hay gente anónima, callada, diligente, laboriosa, humilde, pudorosa, y calmada que se dedica a realizar grandes actos, sencillos, minúsculos, inocentes, íntimos y elementales que sin embargo dan ese punto de contrición que tanta falta le hace a esta piel de toro que más parece pellejo de cabestro. Tan dados somos a la fanfarria, al fariseismo de ágora que no de altar, a la grandilocuencia, que no grandeza, al faraonismo que no magnificencia, que se nos pasan por alto actos tan domésticos y cotidianos como pensar en los demás y a veces con actos tan sencillos como apartar un tapón de las garras del cubo de basura, ya ven. Qué acto tan desprovisto de gloria, grandiosidad o pretenciosidad, sin huchas con cabeza de negrito, sin banderitas en la solapa, sin osistos-mimosin en el polo que salvar, sólo desenroscar y guardar. Nunca pensé que la comunión de los santos que pregona el Credo católico se pudiera alcanzar con un tapón. Hay muchas formas de orar, todas ellas en silencio, con recogimiento e introspección, pidiendo por los demás o por uno mismo que falta hace, recitando un mantra o salmo. También apartando un simple tapón, ello encierra un gesto noble y desinteresado y aunque no sea dar de lo que nos falta si no de lo que nos sobra y aún de lo más superfluo, nos sitúa en el dolor prójimo y nos hermana con los pacientes que lo sufren aunque sea solo por un instante, el que se tarda en dirigir la mano hacia una bolsa en vez del cubo de basura. De estas acciones está hecho el tejido que sustenta a esta sociedad, aupada en lo fútil y mundano, en el egoísmo y el pancismo y que nos redime de tanto gilipollas. Aitana nos redime, gracias.
P.d. no pienso hablar ni un minuto de la Juerga General deL 29-M (con M de mierda)
Información sobre el caso: http://www.unasonrisaparaaitana.org/