Yo, como siempre, a vueltas con lo mío, intentar descubrir por qué en este país la gilipollez es algo patológico, es como si lo lleváramos incrustado en el ADN e incluso en el DNI, Igual que Cela describió de manera contundente y definitiva los signos del hijoputa en “Mazurca para dos muertos” , habría que fijar un decálogo con los diez signos que permiten identificar a tanto descerebrado que anda suelto por estos pagos. Como humilde aportación pongo la primera piedra y espero que ustedes y ustedas vayan haciendo aportaciones tras esta pista. Me refiero a la ínclita figura del tonto navideño. Es aquel individuo o individua que le empieza a picar la entrepierna al volver del puente de la “Costitución” (que es mucho más que la Contitución) pensando en el fiestorro que le espera a fin de año. Para ir haciendo boca se va al Alkampo el sábado-tarde con la parentela a arramblar con el arcón del marisco (¿cogen la primera?: marisco del al-kampo y eso que dice el refrán que de la mar el mero y de la tierra el cordero), digo, el marisco ese del llévese dos cajas y pague tres: langostinos tigre de Fukushima, mejillones de Angola, gamba roja de Macao, almejas de Montevideo XXL, en fin, que el pariente y la parentela se dejan 200 talegos, encargos de la suegra a parte, en cadáveres de lamelibranquios, gasterópodos, y gusanitos y kidergüevos para la panda de enanos cabrones que tiene por descendencia. Eso sí, la parienta se deja para luego el plato fuerte: la mañana orgiástica de compras en un chino de esos que por estas fechas llenan los escaparates con belenes de protección oficial, banderas de España con el aguilucho , barbas postizas de color azul-fashion y minifuentes a pilas , sin todo cual la navidad no es más que el gordo seboso , barbudo y gandul vestido de rojo que nos colocan los de la floja-cola. Me refiero a la compra de los aditamentos indispensables para entrar con buen pie en el año nuevo y dejar este puto año 2011 atrás: confetis de colorines para dejar la casa hecha una mierda, gorros de papá y mamá Noel anti-caspa, bragas rojas del tamaño de la lona del circo Ringlin, gafas de miope para miopes, condones para hacer el chorra, turutas y “matamadrespolíticas” para joderle el oído sano que aún le queda a la agüela , un portafotos (no me pregunten por qué pero todo el que entra en un chino sale con adminículo de estos) , un sampancracio con la cara de Bruce Lee y un monedero con el rostro serigrafiado en cuatricomía de la cara de Chuck Norris. Y por fín llega el gran día, todos a la mesa; tras un agotador día en la cola de INEM, el sueño de todo españó se hace realidad: montar el “bailén”. Sí señor, he dicho bien, no el Belén sino el Bailén, es decir emular la famosa batalla contra el gabacho napoleónico, matándose por trincar los langostinos, sorber almejas y trasegar entre sanmigueles cerocero un Castillo de Hacendado Vintage que con muy mala leche llevado la cuñada (qué borde la tía, oye, si yo te contara dónde se lima las uñas…). De la ceremonia patético-pirotécnica del Año Nuevo ya ni les cuento, les ahorro la escena de la suegra rascadora profesional, la hija borracha insultando a su segundo marido y la cuñada (siempre la cuñada) subida a una silla con un billete del monchopoly en la mano y las bragas rojas por encima del vestido de Roberto Xumino que se compró en un mercadillo de Benidorm mientras los viejos se atragantan con las uvas de bote viendo las doce campanadas en el la tv fullscuare-de 302 pulgadas que ha dejado tiesa la tarjeta de crédito y los nietos le prenden fuego al “árbor de navidá”
Cuando vacíamos la Navidad con mayúsculas de su sentido primigenio y la transformamos en “la nabidá” pues nos ocurre lo que ya he descrito, diarreas matutinas, resacas homéricas, suciedad , vomitonas y una vergüenza espantosa por haber hecho el ridículo una año más.
Os propongo otra cosa: (si habéis estudiado la E.S.O., no os canséis, decidle al abuelito que os la lea, que igual le suena todo esto)
Con objeto de invitar a la reflexión acerca de lo que significa “vivir la sencillez”, la campaña institucional 2011-12 de Cáritas propone un cambio de nuestros estilos de vida basado en el Decálogo de la Sencillez:
1. Vivir la sencillez es no necesitar tener muchas cosas para ser feliz, no cayendo en el consumismo ni en las modas que nos obligan a comprar lo nuevo, lo último.
2. Vivir la sencillez es tener más alegría al dar, o al compartir, que al recibir, porque has descubierto el poder misterioso que tiene la palabra gratuidad.
3. Vivir la sencillez es vaciar el corazón de todas las cosas innecesarias que lo ocupan, y llenarlo del tesoro de la amistad, de la cercanía y del encuentro humano con los demás y con Dios.
4. Vivir la sencillez es creer que tu valía y dignidad está en lo que eres como persona y no en lo que tienes oposición social que ocupas.
5. Vivir la sencillez es solidarizarte con tantas hermanas y hermanos de tu familia humana que viven injustamente en la pobreza y necesidad, y te movilizas e implicas porque no quieres vivir mejor que ellos.
6. Vivir la sencillez es poner tu confianza y seguridad no en el dinero o posesiones, sino en tus bienes espirituales, en tus convicciones y creencias, en tu Fe, en tus capacidades, en tu fuerza interior y en la de aquellos que te aman y aprecian.
7. Vivir la sencillez es trabajar para vivir y no vivir para trabajar.
8. Vivir la sencillez es disfrutar de los innumerables regalos que la vida, que la naturaleza te ofrece constantemente cada día, y que pasan desapercibidos para la mayoría de gente.
9. Vivir la sencillez es respetar y cuidar de la naturaleza con tu forma de vivir, reciclando, reutilizando, reduciendo el consumo innecesario.
10. Vivir la sencillez es utilizar tu dinero para que tú y tu familia podáis vivir con dignidad, y para que los demás también puedan vivir con dignidad si lo inviertes en banca ética y si te habitúas a exigir productos que provengan del comercio justo y del comercio local."
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