Yo no sé si nuestra ínclita y ya efímera Ministra doña Carne Cañón, digo Carme Chacón, habrá reparado en el tremendo lío que pueden verse envueltas nuestras aguerridas tropas que baten el cobre allende tierra mora. Me explico. Supongamos por suponer que una de nuestras unidades de infantería (siempre la infantería, ea) que patrullan en la “no guerra“ de Akinostán, se ve sorprendida por el fuego cruzado de un grupo “Taliviene” (lo mismo da que vayan o vengan , al caso). Siguiendo órdenes del sargento Arensivia al mando,el cabo Wiston de todos los Santos García Dunhil, hace uso de su arma reglamentaria, es decir que le descerraja un kilo plomo al tío del turbante que con muy malas pulgas le gritaba no se qué de ¡Allá akbar! con un cuchillo tagalo entre dientes. Y, ¡mira por dónde! el hideputa era celíaco. Resumiendo, se dictamina post-morten que el supuesto taliviene (todo hay que suponerlo) ha muerto a resultas de una intoxicación de plomo ¡con gluten! La cagaste burlancaster: el cabo empapelao ante el Tribunal Penal de la Haya (“no se halla un aya en La Haya bajo ninguna haya”, chupaos esa los de la ESO) por no advertir que la munición tenía gluten. A todo esto, la familia de Mustafá, enviada a España en un Hércules de los buenos, no de los del chárter militar de Trillo, con vivienda a perpetuidad adquirida en un saldo al Pocero y tratamiento para celíacos de por vida en la clínica Puerta de Hierro para los 12 hijos de la víctima. Con dos cojones. ¿Ficción o realidad? Carmencica, hay que ser más sostenible. Si es que “semos” gilipollas.
